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Proyecto Lobos:
Ensayo sobre el salvajismo

Magaña nos convoca para hablar sobre Magaña, más que con devoción, con cierto propósito de contienda: Confrontar a un autor consigo mismo. Lo que resulta, no está ceñido a un informe. Es, por el contrario, un testimonio que se renuncia a sí mismo y se vuelva a asumir, alejado de la razón, como cierta utopía. “Para escribir no necesariamente deben tenerse razones” es en el contexto de esta frase y de una generación cuya discursividad se asumía, en un nacionalismo cuidadosamente labrado, que se redirecciona una voz, como la de Sergio Magaña, disidente en todo caso, a ocupar sitio en una vanguardia distinta.

La intención es clara; traer de regreso al teatro de su secuestro burgués, y devolverlo al pueblo a quien pertenece. Esta idea, acompasada de un dejo inevitablemente socialista, modifica una variante entre el sentido de lo popular y lo social. En ese sentido, y muy a mi parecer, Magaña se dirige a un pueblo que vive el momento de un despertar de conciencia social, y no a una sociedad popular, a la que basta el arte como entretenimiento. Se dirige, además, desde una trinchera política, que democratiza, en la medida en que reparte voz para el juicio que una misma comunidad determina frente a los acontecimientos de su tiempo. En otras palabras, el pueblo habla por su propia historia y no la historia desde el discurso de lo oficial, es quién enuncia lo que acontece al pueblo desde un sentido regulado de conveniencia.

Esa es la fuerza, que regresa mediante la dramaturgia de Magaña. La disposición de cierta potencia para preparar el terreno a una sociedad que hace justicia por su propia mano. Una sociedad que se decide a sí misma, y que, a su vez, no resulta pletórica o anquilosada de orgullo, para determinar una autoridad moral al respecto, sino por el contrario, transita un salvajismo, que la lleva a habitar su propio deseo como sociedad. Un terreno de oscuridad. De vacío legal. Una sociedad ciega castigando a una sociedad ciega.

Magaña, descorre el velo de la intimidad, de esa sociedad y su interior, más que perverso resulta fascinante para esta sociedad misma. Es un Marat consternado y es un Sade recesivo. Es un influjo de la doble moral que regurgita sus propias aspiraciones de superación y las enciende como razones suficientes para la venganza, y como motivos necesarios para asumir una mayor responsabilidad por la injusticia.

Es en este contexto que traemos Lobos una adaptación partir de Los motivos del lobo de Sergio Magaña una reconstrucción testimonial del caso de la familia Pérez hacia finales de los años 50s; Un proyecto que pretende indagar el concepto de familia, desde sus condiciones más elementales, asociadas a la ferocidad y al uso del instinto como mecanismo de sobrevivencia. Como en una de las primeras escenas del texto, se dice:

Se ha dicho que la familia es sagrada. Se ha dicho también, que es un espacio de apoyo y protección. Que es necesario defenderla como lo un lobo lo haría. Que una familia es una manada. Una manada que obedece a su propio instinto. Que caza en familia dentro de su propio hogar.

Este proyecto, pretende ofrecer una mirada al interior de una casa/prisión en donde sus habitantes/criaturas, alteran por instinto la relación con su espacio/tiempo; Un estudio sobre el salvajismo, donde una manada/familia, devela la estructura social de la privación y el deseo, a partir de sus propios motivos.

Angel Hernández/ Curador.